martes, 19 de octubre de 2010

Rosa de los vientos.

Llega la noche a la cuidad, la luz tenue se apaga y mi mundo queda sumido en la oscuridad, sin referente alguno, sin estrella, sin lucero, porque yo lo espanté. Las tinieblas inundan de nuevo las solitarias calles y ocupan los bares, hace tiempo vacíos. El airé poco a poco se convierte en humo denso y espeso que no me deja respirar. Los edificios de vivos colores se transforman en eternas prisiones que solo yo ocuparé. La luna se oculta para dejar paso a los señores de la noche, pero no me harán nada, me temen. La temperatura desciende bruscamente y mi ropa en  negra se convierte. No puedo gritar, no puedo despertar a nadie, es mejor que esté sola. Esperaré hasta que amanezca para que la luz del Sol  me proteja y para que aquella estrella vuelva aunque sea a brillar en otra ciudad...

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